domingo, 27 de junio de 2010

¡Muchas gracias maestro!

En este curso se jubila el MAESTRO Don Juan Benticuaga. Durante estos años y especialmente en este fin de curso son muchas las muestras de gratitud y cariño que está recibiendo por parte de toda la comunidad educativa, especialmente de los niños y niñas.
A estas innumerables muestras de afecto y agradecimiento, desde aquí añadimos nuestro particular homenaje.

El viernes celebramos la comida de fin de curso y Don Juan fue obsequiado con una placa conmemorativa.
Seguidamente cito las palabras que nuestra compañera la directora Ana Carmen leyó en la entrega y que, a buen seguro, reflejan el sentir del claustro: tus amigos/as.

Quisiera decirle a Juan que la jubilación no es una despedida sino un cambio necesario en la vida….
Sabemos que para todo hay un tiempo y a partir de ahora es tiempo de descansar después de una larga jornada de años dedicados a enseñar y formar hombres y mujeres para esta sociedad.

De los recuerdos de nuestra infancia emerge siempre la clara figura de una maestra o de un maestro, con quien tenemos pendiente una deuda de gratitud. Suele ocurrir que tardamos mucho en darnos cuenta de su influencia benefactora, y para entonces aquellas personas que sirvieron de puente entre la familia y la sociedad, que suavizaron el desamparo de los primeros días de escuela y nos llevaron de la mano por los laberintos del abecedario y la cultura habrán desaparecido ya de nuestras vidas.

Pero el recuerdo, los valores y nuestra enseñanza pueden servir para pagar esta deuda de gratitud.

A nuestro querido compañero, Juan, y a todos los que el próximo curso no estén con nosotros, le deseamos lo mejor y que tengan mucha suerte en el futuro, que todas sus ilusiones, inquietudes e intereses se hagan realidad.
Ahora, Juan, en esta nueva etapa de su vida .tendrá tiempo de hacer las mil cosas que nos proponemos, como estar más tiempo con la familia y amigos.
FELICIDADES en esta nueva etapa de la vida.
También quisiera decirte que después de los jóvenes años queda el sabor dulce de la labor cumplida.
Comenzaste desde muy joven, trayendo los conocimientos básicos para desempeñar como docente. A medida que pasaba el tiempo comprendíste que la verdadera vocación la elaborabas a diario frente a tus queridos alumnos y alumnas. Obrero infatigable, has compartido tu vida con los abrazos de los demás niños. Te conducíste con abnegación, amor y desinterés. No necesitabas grandes reformas educativas, porque tú sabias brindar una atención personalizada para solucionar los problemas de tus alumnos y alumnas, cincelando sus corazones, doblegando caracteres, impartiendo enseñanzas...
Hasta siempre.