jueves, 2 de noviembre de 2017

Cartas del Director: Halloween



            Quiero agradecer a las familias y, en especial, a las madres cañoneras el esfuerzo dedicado a vestir y maquillar a sus hijos e hijas con motivo de la celebración en el colegio de la fiesta de Halloween. Tiempo, preparativos, compras, desembolso económico, detalles, primor… Pero he de deciros que ha merecido la pena, como habéis podido apreciar en los reportajes fotográficos de este blog. Espectacular mosaico terroríficamente estético.

            También y, sobre todo, quiero agradecer públicamente al personal del CEIP “Lucena Rivas” la osadía de programar una actividad compartida por la totalidad del alumnado, desde los más pequeños con apenas tres años hasta los mayores de 6º curso, que han jugado un papel imprescindible en la organización y desarrollo del evento, no sólo responsabilizándose de El Túnel del Terror, sino colaborando en los talleres preparados, a saber, Photocall, Pinta tu cara, Decora tu máscara y Construye tu fantasmilla, tras las coreografías e interpretaciones musicales.

            Además del valor, hay que destacar la entrega. Para que una estructura social funcione bien es necesario que cada uno dé lo mejor de sí mismo. Y el equipo de profesionales esa mañana se ganó el sueldo. Los disfraces, los roles de los personajes, la distribución equitativa de tareas desempeñadas con solidaridad y entusiasmo, la atención tutorial permanentemente pendiente de las criaturas a su cargo, la participación coordinada en explicaciones e instrucciones, el cariño y el humor en el trato que establece complicidad de sentimientos… Todo esto nos ha permitido vivir una emocionante experiencia de convivencia con amig@s y compañer@s, donde los incidentes más reseñables han sido los llantos de alguno/a que se había asustado y pronto encontraba el consuelo de su tutor/a.

           ¡Benditas las clases normales! –exclamaban quienes acabaron agotados. 
No obstante, es preciso añadir que afrontar los miedos, agarrarlos por los cuernos y avanzar por el sendero que, inexorablemente, conduce hacia la cooperación ofrece sus recompensas. En ocasiones, los rostros infantiles transmiten una suerte de  corriente de energía positiva que palía cualquier sensación de cansancio y compensa de forma satisfactoria y recíproca cuanto uno/una, generosamente, ha desplegado. Y el 31 de octubre fue una de esas ocasiones. Otra cuestión es si aquí, en Lanjarón, durante una era llamada “global”, tenemos que arrastrar una tradición cultural ajena, en este caso anglosajona, o, por el contrario, debemos consolidar esta efeméride como un baluarte más de nuestro Plan de Actividades Complementarias.

                                                                                      El Director

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